jueves, 1 de julio de 2010

Banquete literario: un espectacular final para el curso de Cocina y Literatura



Con notable retraso, cuyo motivo ya expliqué, disfrutamos del menú literario con el que cerramos el extraordinario curso de Cocina y Literatura. Lo celebramos en el Restaurante escuela del IES Gran Capitán, donde también tuvimos muchas de las otras sesiones de este curso de formación del profesorado. El alumnado de primer curso del Ciclo Formativo de Grado Medio de Cocina y Gastronomía y el mismo curso de Restauración fueron los encargados de cocinar y servir este banquete literario con el que nos hicieron disfrutar.



El almuerzo se componía de entrantes, pescado, carne y postres, con sus correspondientes vinos como manda nuestra convención gastronómica. En cada uno de los platos, los profesores y profesoras participantes que se habían encargado de esa tarea, leían los fragmentos literarios donde se mencionaba el plato y hacían una pequeña glosa sobre el texto. Seguidamente, los maestros de cocina explicaban los detalles más curiosos de la elaboración de la receta y...¡a comer! Obviamente, todo ello iba precedido de una presentación mía, de manera que nunca había tenido que tomar la palabra en tantas ocasiones ni había hecho de presentador como en este almuerzo.
Comenzamos con Tamago yaki, la tortilla japonesa, en honor a la obra de Haruki Murakami. Leímos el curioso fragmento de Tokio blues en que Midori explica su desmedida afición a la cocina hasta llegar al punto de ahorrar para comprar utensilios o alegrarse de la muerte de su madre, que la liberaba para poder comprar lo que deseara en su afición culinaria.
La tortilla japonesa, acompañada de otras especialidades orientales, resultó un bocado exquisito. Podéis ver su cuidada elaboración de auténtico milhojas de huevo en este vídeo.
Para el pescado, escogimos el Caldo de Congrio de Pablo Neruda. Con la lectura del poema se comprende la fácil relación entre Cocina y Literatura, si no, hubiera sido imposible convertir una receta en un poema. Nos sorprendieron los maestros cocineros reinterpretando el plato en la deconstrucción tan de moda hoy: separaron en el servicio sólidos y caldo e introdujeron algunas presentaciones sofisticadas como el agua de tomate gelificada.
En el caso de las carnes no había opción: teníamos que comer codornices con pétalos de rosa, la receta más famosa del libro más famoso sobre Cocina y Literatura: Como agua para chocolate. También aquí los maestros demostraron su habilidad, separando las distintas partes de la codorniz para hacerlas con procedimientos de cocción distintos, adecuados cada uno al tipo de carne. Magnífico el resultado al tacto y al paladar. Efectivamente, consiguieron reducir la sequedad y la dureza de algunas partes de las aves cuando se cocinan enteras y de la misma forma.
Leímos el famoso fragmento de la novela de Laura Esquivel, aunque como era normal no se produjeron los eróticos efectos sobre los comensales. Y si el plato despertó los ardores irreprimibles de alguien, o los calló, o los dejó aflorar cuando no estuvimos presentes.
Ahora bien, para todos era un verdadero placer.



Concluimos la comida con postres que intentaban homenajear las múltiples menciones de nuestros clásicos como La Lozana Andaluza, El Quijote o El Guzmán de Alfarache. Teníamos melindres, helado de leche de cabra, torta de almedras y mostillo. La delicia.



Y tras tanta lectura y discurso no podíamos terminar sino agradeciendo a todos su participación y especialmente a los maestros cocineros, su dedicación en el curso. Ciertamente, es la primera vez que veo que los profesores y profesoras asistentes a un curso de formación se ponen de acuerdo para hacerle un regalo a los ponentes. Y así fue: con el dinero que pusimos todos, compraron unas cajas de vino esperando que las beban a nuestra salud y disfruten tanto como ellos nos han hecho disfrutar en este curso inolvidable que tendrá el año próximo dos hijos: Música y Literatura, por un lado; y Cocina, Plurilingüismo e Interculturalidad, por otro.
Tal vez no fuera mala idea realizar alguna comida de estas con nuestro alumnado: comidas temáticas en las que se coma y se lea, los dos alimentos complementarios del cuerpo y del espíritu.
Hasta entonces, buen provecho.

4 comentarios:

  1. Me muero, pero de verdad, de envidia. Me hubiera encantado estar allí.
    Buen verano, Miguel.

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  2. Yo también hubiera deseado estar en vuestra compañía y probar un poquito de cada plato.
    Buen verano y buen descanso... que musical y plural... será.

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  3. Cocina y literatura... uhmmm. Por cierto, ayer en Novadors presenté Bocaditos poéTICos y estuvimos viendo tu Prezi de Góngora; yo me animé con uno de Salinas, pero nada caligramático.
    Feliz verano.

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