domingo, 11 de enero de 2009

Libros de viejos

La sociedad que idealiza la juventud está condenada a envejecer prematuramente. Por eso hoy todo el oro es banal, huero, efímero.
La vejez no existe, no hay viejos, están ocultos en sus hogares, en sus residencias, en los hospitales. No se les ve en la tele, no se les oye en la radio, ni siquiera se admira su recuerdo. Los viejos son torpes -dicen los anuncios publicitarios-, el Alzheimer es un chiste que salta sobre los errores humanos. Si no es para reirnos, no saques a los viejos.

Han perdido lo fundamental, lo único: el sexo de la carne.(Ya sabes que no puedes con tu edad. Te lo advierto: si puedes, no debes, viejo verde).



Pero siempre se ganaron con tesón su fama de obstinados.



¿Ves? Sólo basta ver tu palabra escrita -¡viejo!- para que un joven rehúya la mirada, el libro caiga de sus manos.



Tal vez siempre fue así. Y sólo los viejos piensan en los viejos.



Sus caras se dibujan y se desdibujan con la edad. ¿Quién -por muy joven que sea- no puede ser sensible a las arrugas? Tiernas arrugas, delicados y minuciosos pliegues con que la piel nos habla.



Sí, hemos perdido todo el oro. El preciado metal ya no vale nada. La paciencia que derrochan los años se oxida y deshace como la herrumbre.



Pero tal vez, algún día, los ancianos, los viejos ancianos, se levanten contra nuestra fiesta perpetua al dar la última campanada.



Hasta entonces su valor, el único valor, es el del reloj de oro del abuelo muerto.

García Márquez, Memorias de mis putas tristes.
Hemingway, El viejo y el mar.
Luis Sepúlveda, Un viejo que leía novelas de amor.
Cicerón, De senectute.
Paco Roca, Arrugas.
Padeletti, Canción de viejo.
Gómez Cerdá, La última campanada.


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4 comentarios:

  1. Agradecida por recordar una parte del camino de la vida, dulce y amargo a la vez, para quien lo anda y para quien lo ve andar.

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  2. Anoto mio granito de arena, el año pasado en mi biblioteca por el día mundial de los abuelos sacamos una pequeña muestra con titulos sobre el tema:

    .: Calle carbón. Marilar Aleixandre
    .: Caperucita en Manhattan. Carmen Martín Gaite
    .: Donde el corazón te lleve. Susana Tamaro
    .: El abuelo. Benito Pérez Galdós
    .: El sexo de nuestros abuelos. Amando de Miguel
    .: El siglo de los cirujanos. Jürgen Thorwald
    .: La balada del abuelo Palancas. Felix Grande
    .: a increible y triste historia de la cándida eréndira y su abuela desalmada. Gabriel García Marquéz
    .: La sonrisa etrusca. Jose Luis Sampedro
    .: Las siete vidas del Gavilán.Andre Juillard
    .: Los abuelos gallegos en América. Alberto Sarramone
    .: Los ojos del Amarilis. Natalie Babbitt
    .: Luna Lunera. Rosa Regás
    .: Mi familia y otros animales- Gerald Durrell
    .: The Sandman. Vidas Breves. Neil Gaiman

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  3. Pues muchísimas gracias, Catuxa; sin duda mucho más que un granito de arena. Entre otras cosas, me recuerdas el olvido imperdonable de El abuelo de Galdós. Otros títulos son para mí un auténtico descubrimiento que intentaré explorar. Moitas grazas.

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